Matías Ángel nació en Argentina el 12 de febrero de 1999, en la provincia de Córdoba. Desde muy joven, enfrentó dificultades significativas en su vida. Abandonado por sus padres biológicos al nacer, fue acogido por un matrimonio amoroso, Carlos Ángel y María Pérez, quienes lo criaron con cariño en un pequeño pueblo cercano a las sierras.
Desde temprana edad, Matías enfrentó el desafío del bullying en la escuela debido a su condición de adoptado y su estatura reducida debido al enanismo. Esto lo llevó a sentirse alienado y buscó refugio en malas compañías. Con el tiempo, empezó a experimentar con drogas y alcohol como una forma de escapar de sus problemas y de la realidad que lo rodeaba.
En la secundaria, se unió a un grupo de amigos que compartían sus mismos intereses autodestructivos. Juntos, pasaban sus tardes en una plaza cercana, consumiendo sustancias ilícitas y cometiendo pequeños actos de vandalismo.
Un día, mientras se encontraban en la plaza, fueron sorprendidos por una patrulla de policía. Matías fue atrapado fumando marihuana y enviado a una correccional de menores. En el centro de corrección, conoció a Alexis Acosta, un joven carismático y manipulador que lo introdujo en una pandilla interna llamada "La 134". Bajo la influencia de Alexis y la presión del ambiente correccional, Matías adoptó el apodo de "Enanito" y se vio involucrado en actividades cada vez más peligrosas, como robos y peleas.
Durante su tiempo en la correccional, Matías fue diagnosticado con esquizofrenia leve (haciendo que grite o diga cosas sin sentido, hable o insulte a personas inconsientes, muertas o que estén en su imaginación), lo que complicó aún más su situación. Aunque recibió tratamiento psicológico y medicación, la enfermedad exacerbaba sus problemas de comportamiento y su adaptación al entorno carcelario.
Al cumplir su condena, Matías regresó a casa de sus padres adoptivos, quienes, devastados por sus decisiones, debatieron sobre la posibilidad de devolverlo a la adopción. Herido y sin apoyo familiar, Matías decidió huir de su hogar en busca de una nueva vida.
Haciendo dedo por la carretera, fue recogido por un camionero que lo llevó a Buenos Aires. Sin dinero ni rumbo fijo, Matías terminó viviendo en las calles, sobreviviendo de la caridad de extraños y enfrentando la realidad de su soledad y su adicción.
En la Avenida Maipú, una de las arterias principales de Buenos Aires, Matías se reencontró con Alexis, quien ahora lideraba una pandilla urbana conocida como "Violawacho". Con Alexis a su lado, Matías se sumergió más profundamente en el mundo del tráfico de drogas y la violencia callejera. Cada día se encontraba más alejado de la posibilidad de una vida normal.
Una noche, durante un robo a una tienda, las cosas se salieron de control. Matías y sus cómplices fueron sorprendidos por la policía mientras intentaban huir. En medio del caos y la confusión, Matías se vio obligado a tomar decisiones rápidas para salvar su vida. Escapando con Alexis y otros miembros de la pandilla, se escondieron en un barco de carga con destino a Estados Unidos.
Desembarcaron en Los Santos, una ciudad desconocida y llena de oportunidades y peligros. Con una nueva identidad y enfrentando un futuro incierto, Matías ahora se ve obligado a reevaluar sus decisiones y enfrentar las consecuencias de su pasado. Mientras lucha por encontrar su lugar en un mundo desconocido, la sombra de su historia lo persigue, recordándole que cada elección tiene un precio.