Nombre: Rahsaan Beasley
Edad: 20
Altura: 1,82
Padre: ?
Madre: ?
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Historia
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Capítulo 1: Un Niño en la Oscuridad
Rahsaan Beasley tenía cinco años cuando entendió que estaba solo en el mundo. Sus padres habían desaparecido sin dejar rastro, y la única compañía que tenía eran los callejones de Los Santos, una ciudad donde la vida era dura y la supervivencia, un arte. Creció entre casas en ruinas, basurales y miradas furtivas. El frío de las noches lo obligó a acurrucarse entre cartones, y el hambre lo llevó a aprender a mendigar y hurtar desde pequeño. Tenía el cabello enmarañado, la ropa hecha jirones y una mirada que, a pesar de su corta edad, reflejaba una madurez forzada por las circunstancias.
Uno de los primeros en ayudarlo fue Don Marcelo, un viejo mecánico de manos ásperas y mirada severa, que le enseñó a arreglar motores y lo acogió en su taller a cambio de trabajo. Aunque el anciano nunca fue cariñoso, le daba comida y un rincón donde dormir. Rahsaan encontró en él una figura paterna silenciosa, alguien que no le daba afecto, pero sí una oportunidad de aprender y mantenerse con vida.
Capítulo 2: Amistades en las Sombras
A los diez años, Rahsaan ya conocía bien las calles. Aprendió a robar bolsillos en mercados concurridos y a colarse en almacenes para conseguir comida. Su delgadez le permitía moverse rápido, y su astucia lo hacía escapar de problemas antes de que lo atraparan. En ese tiempo conoció a Elías y a Bruno, dos hermanos huérfanos que vivían en la misma miseria que él. Juntos formaron una pequeña pandilla de supervivientes, cuidándose mutuamente y compartiendo lo poco que conseguían.
Fue también en esos años cuando escuchó por primera vez sobre "La Mano Negra", una organización criminal que controlaba gran parte de la ciudad. Don Marcelo siempre le advertía que no se acercara a ellos, pero Rahsaan sabía que algún día cruzaría su camino.
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Capítulo 3: La Adolescencia y la Primera Decisión
Cuando cumplió quince años, Rahsaan ya era un joven alto y fibroso, con músculos curtidos por el trabajo en el taller y la agilidad de alguien que había pasado su vida escapando de problemas. Don Marcelo le consiguió un empleo en un taller mecánico, pero el sueldo no era suficiente para mantenerse. La tentación del dinero fácil lo llevó a hacer pequeños trabajos para un hombre llamado "Zurdo", un matón de La Mano Negra. Al principio solo entregaba paquetes y hacía recados, pero pronto se vio envuelto en situaciones más peligrosas.
Elías intentó alejarlo de ese mundo, pero Rahsaan ya había probado el sabor del poder y la independencia. Bruno, en cambio, siguió sus pasos, aunque con menos cautela.
Una noche, tras un encargo, Bruno no volvió. Rahsaan y Elías lo buscaron por las calles hasta encontrar su cuerpo en un callejón oscuro. Su rostro estaba amoratado, sus ropas desgarradas y la sangre se mezclaba con la suciedad del suelo. Los rumores decían que había cruzado la línea con los hombres del Zurdo, tal vez robándoles o simplemente estando en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Rahsaan cayó de rodillas junto al cadáver de su amigo, sintiendo una ira fría recorrerle el cuerpo. La policía no se molestó en investigar, y el caso fue archivado como “otro ajuste de cuentas más”. Pero Rahsaan no lo olvidó. Esa noche, entendió que la calle no tenía piedad, que la vida podía arrebatarte todo en un instante. Se juró a sí mismo que jamás permitiría que otro ser querido cayera de esa manera. Su camino estaba marcado, y la venganza, aunque silenciosa, ya se formaba en su mente.
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Capítulo 4: Un Hombre en la Encrucijada
A los veinte años, Rahsaan se había convertido en un hombre de mirada firme y pasos calculados. El tiempo lo había endurecido, pero también lo había vuelto más sabio. Aunque dejó de trabajar para La Mano Negra, los fantasmas del pasado seguían acechándolo. Intentaba enfocarse en el taller de Don Marcelo, pero sabía que no podía escapar de su destino por mucho tiempo.
El Zurdo aún operaba en la ciudad, y su sombra era cada vez más larga. Rahsaan intentaba mantenerse al margen, pero cuando vio a unos de sus hombres golpear a un niño en la calle por robar pan, no pudo quedarse de brazos cruzados. Intervino, y en ese instante, supo que había firmado su sentencia. Sabía que ahora lo buscarían.
En su camino se cruzó Ca*****, una joven periodista de cabello rizado y ojos llenos de determinación. Ella investigaba a La Mano Negra y al comisario Vargas, un hombre intocable en la ciudad que ocultaba más secretos de los que aparentaba. Rahsaan, aún con su instinto de sobreviviente, no quería involucrarse al principio, pero la rabia acumulada en su interior le hizo cambiar de opinión. Junto con Ca***** y Don Marcelo, comenzó a reunir pruebas, descubriendo que Vargas no solo encubría crímenes, sino que era el verdadero líder de la organización.
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Capítulo 5: Bajo el Cielo de Los Santos
La tensión en Los Santos había alcanzado su punto máximo. Rahsaan sentía que todo lo que había hecho hasta ese momento lo había llevado hasta aquí: la última confrontación, la culminación de años de lucha, sufrimiento y decisiones difíciles. Había pasado de ser un niño perdido en las calles a convertirse en el hombre que enfrentaría el mayor reto de su vida. Y sabía que no podía fallar.
El plan estaba listo. Ca*****, con su astucia como periodista, había logrado obtener pruebas irrefutables sobre la implicación del comisario Vargas en los crímenes de La Mano Negra. Las fotos, documentos y grabaciones que habían recopilado eran suficientes para destruir la fachada de Vargas como un servidor público intachable.
Una noche, mientras Rahsaan trabajaba en el taller, fue rodeado por los matones del Zurdo. El ataque fue rápido. Rahsaan se defendió con habilidad, pero eran muchos. Uno de ellos sacó un cuchillo, otro una pistola. Don Marcelo intentó intervenir... y fue alcanzado por un disparo. Cayó al suelo, mortalmente herido.
La rabia consumió a Rahsaan. Golpeó con furia, derribando a varios, pero ya nada podía salvar a su mentor. Esa noche, algo dentro de él cambió para siempre.
Las pruebas fueron publicadas. Los medios explotaron. La ciudad protestó. Y Rahsaan supo que debía terminar lo que había comenzado.
La confrontación con Vargas fue inevitable. Rahsaan se infiltró en el lugar donde el comisario se reunía con sus aliados. Lo esperó en las sombras. Cuando Vargas lo vio, se burló de él. “¿Vienes a jugar a ser héroe?”, dijo.
La pelea fue brutal. Golpes secos, sangre, muebles rotos. Rahsaan resistió todo. Cuando Vargas intentó dispararle, lo desarmó y lo derribó.
—Este es el final, Vargas —dijo Rahsaan, con la rodilla en su pecho y la mirada de alguien que ya no tenía miedo.
Poco después, Vargas fue arrestado. La ciudad tembló, pero también respiró. El fin de La Mano Negra trajo caos... y esperanza.
Rahsaan, marcado por las cicatrices, caminó por las calles sabiendo que aún quedaban sombras, pero que él ya no era aquel niño perdido.
Edad: 20
Altura: 1,82
Padre: ?
Madre: ?
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Historia
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Capítulo 1: Un Niño en la Oscuridad
Rahsaan Beasley tenía cinco años cuando entendió que estaba solo en el mundo. Sus padres habían desaparecido sin dejar rastro, y la única compañía que tenía eran los callejones de Los Santos, una ciudad donde la vida era dura y la supervivencia, un arte. Creció entre casas en ruinas, basurales y miradas furtivas. El frío de las noches lo obligó a acurrucarse entre cartones, y el hambre lo llevó a aprender a mendigar y hurtar desde pequeño. Tenía el cabello enmarañado, la ropa hecha jirones y una mirada que, a pesar de su corta edad, reflejaba una madurez forzada por las circunstancias.
Uno de los primeros en ayudarlo fue Don Marcelo, un viejo mecánico de manos ásperas y mirada severa, que le enseñó a arreglar motores y lo acogió en su taller a cambio de trabajo. Aunque el anciano nunca fue cariñoso, le daba comida y un rincón donde dormir. Rahsaan encontró en él una figura paterna silenciosa, alguien que no le daba afecto, pero sí una oportunidad de aprender y mantenerse con vida.
Capítulo 2: Amistades en las Sombras
A los diez años, Rahsaan ya conocía bien las calles. Aprendió a robar bolsillos en mercados concurridos y a colarse en almacenes para conseguir comida. Su delgadez le permitía moverse rápido, y su astucia lo hacía escapar de problemas antes de que lo atraparan. En ese tiempo conoció a Elías y a Bruno, dos hermanos huérfanos que vivían en la misma miseria que él. Juntos formaron una pequeña pandilla de supervivientes, cuidándose mutuamente y compartiendo lo poco que conseguían.
Fue también en esos años cuando escuchó por primera vez sobre "La Mano Negra", una organización criminal que controlaba gran parte de la ciudad. Don Marcelo siempre le advertía que no se acercara a ellos, pero Rahsaan sabía que algún día cruzaría su camino.
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Capítulo 3: La Adolescencia y la Primera Decisión
Cuando cumplió quince años, Rahsaan ya era un joven alto y fibroso, con músculos curtidos por el trabajo en el taller y la agilidad de alguien que había pasado su vida escapando de problemas. Don Marcelo le consiguió un empleo en un taller mecánico, pero el sueldo no era suficiente para mantenerse. La tentación del dinero fácil lo llevó a hacer pequeños trabajos para un hombre llamado "Zurdo", un matón de La Mano Negra. Al principio solo entregaba paquetes y hacía recados, pero pronto se vio envuelto en situaciones más peligrosas.
Elías intentó alejarlo de ese mundo, pero Rahsaan ya había probado el sabor del poder y la independencia. Bruno, en cambio, siguió sus pasos, aunque con menos cautela.
Una noche, tras un encargo, Bruno no volvió. Rahsaan y Elías lo buscaron por las calles hasta encontrar su cuerpo en un callejón oscuro. Su rostro estaba amoratado, sus ropas desgarradas y la sangre se mezclaba con la suciedad del suelo. Los rumores decían que había cruzado la línea con los hombres del Zurdo, tal vez robándoles o simplemente estando en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Rahsaan cayó de rodillas junto al cadáver de su amigo, sintiendo una ira fría recorrerle el cuerpo. La policía no se molestó en investigar, y el caso fue archivado como “otro ajuste de cuentas más”. Pero Rahsaan no lo olvidó. Esa noche, entendió que la calle no tenía piedad, que la vida podía arrebatarte todo en un instante. Se juró a sí mismo que jamás permitiría que otro ser querido cayera de esa manera. Su camino estaba marcado, y la venganza, aunque silenciosa, ya se formaba en su mente.
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Capítulo 4: Un Hombre en la Encrucijada
A los veinte años, Rahsaan se había convertido en un hombre de mirada firme y pasos calculados. El tiempo lo había endurecido, pero también lo había vuelto más sabio. Aunque dejó de trabajar para La Mano Negra, los fantasmas del pasado seguían acechándolo. Intentaba enfocarse en el taller de Don Marcelo, pero sabía que no podía escapar de su destino por mucho tiempo.
El Zurdo aún operaba en la ciudad, y su sombra era cada vez más larga. Rahsaan intentaba mantenerse al margen, pero cuando vio a unos de sus hombres golpear a un niño en la calle por robar pan, no pudo quedarse de brazos cruzados. Intervino, y en ese instante, supo que había firmado su sentencia. Sabía que ahora lo buscarían.
En su camino se cruzó Ca*****, una joven periodista de cabello rizado y ojos llenos de determinación. Ella investigaba a La Mano Negra y al comisario Vargas, un hombre intocable en la ciudad que ocultaba más secretos de los que aparentaba. Rahsaan, aún con su instinto de sobreviviente, no quería involucrarse al principio, pero la rabia acumulada en su interior le hizo cambiar de opinión. Junto con Ca***** y Don Marcelo, comenzó a reunir pruebas, descubriendo que Vargas no solo encubría crímenes, sino que era el verdadero líder de la organización.
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Capítulo 5: Bajo el Cielo de Los Santos
La tensión en Los Santos había alcanzado su punto máximo. Rahsaan sentía que todo lo que había hecho hasta ese momento lo había llevado hasta aquí: la última confrontación, la culminación de años de lucha, sufrimiento y decisiones difíciles. Había pasado de ser un niño perdido en las calles a convertirse en el hombre que enfrentaría el mayor reto de su vida. Y sabía que no podía fallar.
El plan estaba listo. Ca*****, con su astucia como periodista, había logrado obtener pruebas irrefutables sobre la implicación del comisario Vargas en los crímenes de La Mano Negra. Las fotos, documentos y grabaciones que habían recopilado eran suficientes para destruir la fachada de Vargas como un servidor público intachable.
Una noche, mientras Rahsaan trabajaba en el taller, fue rodeado por los matones del Zurdo. El ataque fue rápido. Rahsaan se defendió con habilidad, pero eran muchos. Uno de ellos sacó un cuchillo, otro una pistola. Don Marcelo intentó intervenir... y fue alcanzado por un disparo. Cayó al suelo, mortalmente herido.
La rabia consumió a Rahsaan. Golpeó con furia, derribando a varios, pero ya nada podía salvar a su mentor. Esa noche, algo dentro de él cambió para siempre.
Las pruebas fueron publicadas. Los medios explotaron. La ciudad protestó. Y Rahsaan supo que debía terminar lo que había comenzado.
La confrontación con Vargas fue inevitable. Rahsaan se infiltró en el lugar donde el comisario se reunía con sus aliados. Lo esperó en las sombras. Cuando Vargas lo vio, se burló de él. “¿Vienes a jugar a ser héroe?”, dijo.
La pelea fue brutal. Golpes secos, sangre, muebles rotos. Rahsaan resistió todo. Cuando Vargas intentó dispararle, lo desarmó y lo derribó.
—Este es el final, Vargas —dijo Rahsaan, con la rodilla en su pecho y la mirada de alguien que ya no tenía miedo.
Poco después, Vargas fue arrestado. La ciudad tembló, pero también respiró. El fin de La Mano Negra trajo caos... y esperanza.
Rahsaan, marcado por las cicatrices, caminó por las calles sabiendo que aún quedaban sombras, pero que él ya no era aquel niño perdido.