13-02-2025, 11:42 PM
(Última modificación: 14-02-2025, 09:22 AM por braian_arg.)
Historia de vida y personalidad de Troy Keerau'z
Nombre: Troy Keerau'z
Edad: 21
Genero: Masculino
Nacional: Argentina
Cualidades: Cuerpo vigoroso, postura segura, tatuajes en el brazo derecho, cicatriz en el ojo izquierdo, voz grusa.
Estatura: 1.87
Tono de piel: Blanca
Pelo: Negro
Decisiones frías y calculadas: En medio del caos, Troy siempre mantiene la calma. Aunque todo se derrumbe a su alrededor, sabe cómo pensar con claridad. No se deja llevar por el pánico, y siempre toma el tiempo necesario para decidir lo que es mejor para su jefe y la organización. Cada paso lo da sabiendo exactamente lo que está haciendo, como si todo estuviera bajo control, aunque parezca lo contrario.
Fuerza física y mental: Troy no solo es fuerte mentalmente, sino que también se mantiene en forma. En una pelea, no es solo su habilidad lo que lo hace peligroso, sino que también sabe resistir lo que venga. Pero lo que realmente lo distingue es cómo maneja la presión. Puede enfrentarse a situaciones difíciles sin quebrarse, manteniéndose firme y enfocado, sin importar lo que pase a su alrededor.
INFANCIA:
Desde pequeño, siempre se sintió como si no existiera en su propia casa. Mientras sus hermanos recibían toda la atención, los regalos y las sonrisas de los demás, él era solo una sombra en el rincón, esperando que alguien lo viera. No había “bien hecho” o “te quiero” de sus padres. No había un regalo sorpresa ni un reconocimiento por algo, nunca. La casa estaba llena de momentos para los demás, pero para él todo pasaba desapercibido. Había veces que se quedaba mirando desde su habitación, preguntándose si alguien realmente notaba su presencia. La respuesta siempre era la misma: no.
Con el tiempo, esa sensación de invisibilidad lo fue consumiendo. Al principio no entendía por qué sentía esa rabia silenciosa, por qué la frustración lo llenaba por dentro. Pero a medida que crecía, todo se volvió más claro: él no importaba. Mientras los demás brillaban, él se quedaba apagado, al margen de todo, como si fuera solo un accesorio más en una historia que no era la suya. Sus hermanos tenían el cariño de todos, mientras él solo era un espectador, viendo cómo las cosas pasaban para ellos, pero nunca para él.
![[Imagen: th?id=OIP.cESc3VJETVAPvhcX2KALVAHaEt&pid=Api&P=0&h=180]](https://tse2.mm.bing.net/th?id=OIP.cESc3VJETVAPvhcX2KALVAHaEt&pid=Api&P=0&h=180)
Y llegó el momento en que ya no pudo más. Ya no quería seguir esperando algo que nunca iba a llegar. Se hartó de ser el que se quedaba atrás, el que no recibía ni un vistazo, el que no estaba en el centro de nada. Una noche, sintió que algo dentro de él cambiaba. Ya no quería seguir siendo ese chico olvidado. Empacó lo que pudo, sin mirar atrás, decidido a buscar algo que lo hiciera sentir que realmente existía, algo que lo sacara de esa sombra en la que había vivido. La calle, el mundo desconocido, lo llamaba. Y aunque no sabía bien qué iba a encontrar allí, lo único que sentía es que necesitaba algo más que lo que tenía.
Comenzó a vivir al límite, robando, engañando, enfrentándose a un mundo que nunca le dio nada. Y aunque parecía un caos, era exactamente lo que necesitaba. Esa adrenalina, esa sensación de estar vivo, de estar tomando las riendas, lo hizo sentir por fin que estaba construyendo algo para él. Ya no era el niño olvidado. Ya no importaba que su familia no lo hubiera visto. Ahora él era dueño de su propio destino, y estaba dispuesto a no mirar atrás, aunque el camino fuera incierto.
ADOLESCENCIA:
Durante su adolescencia, Troy encontró algo de calma en la casa de su abuelo. Aunque el hombre no era de hablar mucho ni de prestarle mucha atención, al menos no lo ignoraba como lo hacía su familia. En su hogar, Troy siempre había sido una sombra, un espectro que pasaba desapercibido. Pero en la casa de su abuelo, el ambiente era diferente. Aunque nada era perfecto, al menos no se sentía invisible. Fue allí donde decidió terminar la secundaria, no por interés en los estudios, sino porque sabía que, aunque fuera por una mínima ventaja, un título podría servirle para lo que realmente anhelaba: la venganza. Pasaba sus días observando, aprendiendo de las personas a su alrededor, no para integrarse, sino para entender sus debilidades y sus movimientos. A él no le importaban las lecciones en el aula; su verdadera escuela era el mundo que lo rodeaba, un mundo que pronto entendería mejor que nadie.
Su rabia, que en su infancia había sido un fuego incontrolable, se fue transformando en algo más calculado. Sabía que para conseguir lo que quería, no solo tendría que ser fuerte, sino también inteligente, y para eso necesitaba rodearse de personas que pensaran como él, que vivieran en los márgenes de la sociedad, igual que él. Fue en ese tiempo cuando conoció a Cristian Zuler, alguien que también había sido dejado atrás por el mundo, alguien que, al igual que él, sentía que la vida no le debía nada. Cristian entendió, sin necesidad de explicaciones, lo que Troy había vivido. No solo eso, sino que compartía su misma hambre de poder, su necesidad de retribución.
Lo que Troy vio en Cristian no fue solo un amigo, sino a alguien con quien realmente podía conectar, alguien que pensaba de manera si*****r y sabía que el mundo no era un lugar lleno de oportunidades, sino uno que había que conquistar, paso a paso, con paciencia. Cristian le enseñó que el poder no se conseguía de manera impulsiva, sino con estrategia, y sobre todo, rodeándose de las personas adecuadas. “No es cuestión de venganza inmediata, Troy. Es cuestión de saber esperar el momento justo”, le dijo una vez. Aquellas palabras le dieron forma a lo que Javier ya intuía: para ganar, no solo se trataba de tener fuerza, sino de tener control, tanto sobre los demás como sobre uno mismo.
La amistad con Cristian, si se le podía llamar así, se convirtió en el catalizador de lo que Troy había estado planeando en su mente durante tanto tiempo. Cristian no solo fue un aliado, sino una pieza esencial en el rompecabezas que Javier estaba armando. Juntos, comenzaron a imaginar un futuro donde serían ellos quienes tendrían el control, no los demás. Un futuro en el que no dejarían que la indiferencia del mundo los aplastara. Cristian le mostró cómo construir una red de confianza, cómo crear alianzas y cómo mantener la calma, sin dejarse arrastrar por el caos que los rodeaba.
A medida que pasaba el tiempo, Troy empezó a reunir a su alrededor a aquellos que, como él, sentían que el mundo les debía algo. No eran amigos en el sentido tradicional, ni familia. Eran personas que compartían su misma visión, su mismo vacío. Con cada uno de ellos, Javier construía poco a poco una red, una estructura que empezaba a tomar forma. Con Cristian a su lado, se sentía más fuerte, más decidido. Ya no estaba solo, ya no tenía que cargar con el peso del olvido. Había encontrado a alguien que entendía lo que quería lograr, y juntos, empezaron a caminar hacia ese poder que Troy siempre había deseado.
ADULTEZ / ACTUALIDAD:
A medida que Troy avanzaba en la adultez, empezó a comprender que el vacío que sentía desde niño no se resolvería con simples actos o cosas materiales. Había vivido con esa sensación de ser invisible, de ser el que siempre quedaba en segundo plano. Nadie se preocupaba por él, nadie lo miraba de la misma forma en que lo hacían con sus hermanos, con su familia. Todo aquello le había dejado una marca profunda, pero también lo había impulsado a buscar algo más. No se conformaba con ser el olvidado.
![[Imagen: Hombre-sentado-solo-1024x682.jpg]](https://www.psicologiaenlared.com/wp-content/uploads/2015/05/Hombre-sentado-solo-1024x682.jpg)
Fue entonces cuando conoció a Rai y Jazmín, dos almas rotas como él, que habían sido pasadas por alto, despreciadas de algún modo.Fue en esos encuentros cuando Troy se dio cuenta de que, quizás, había algo más grande esperándolos si se unían. No se trataba solo de ganar poder por ganar, sino de construir algo que les permitiera dejar atrás esa sensación de ser nada, de estar siempre en las sombras. Junto a Cristian, el amigo con quien ya compartía un entendimiento profundo, comenzaron a gestar un sueño que Troy había tenido siempre, pero que ahora parecía posible: ya no serían los invisibles, los olvidados. Serían quienes controlaran su destino.
El primer paso fue sencillo pero simbólico: cambiarse los nombres. Troy, que ya no soportaba su apellido, tomó el nombre de Keerau'z. De alguna manera, al hacerlo, también dejaba atrás la carga de su pasado, la historia de un niño ignorado. Con Rai, Jazmín y Cristian, que también adoptaron el apellido, sentía que ya no estaban marcados por los fracasos o las indiferencias de sus familias. Ahora, con el apellido Keerau'z, se construían algo nuevo, algo que les pertenecía.
![[Imagen: th?id=OIP.r3VWW8v-YjwWpWisW9cizAHaEl&pid=Api&P=0&h=180]](https://tse2.mm.bing.net/th?id=OIP.r3VWW8v-YjwWpWisW9cizAHaEl&pid=Api&P=0&h=180)
Pero el cambio de nombre fue solo el comienzo. Lo que Troy realmente quería, lo que lo movía por dentro, no era solo poder o respeto. No, su necesidad iba mucho más allá. Lo que realmente buscaba era venganza, pero no una venganza impulsiva y sin sentido. Él quería que su familia lo viera, que entendiera lo que había vivido, lo que había sentido. Durante años había sido el hijo invisible, el que nunca recibió amor, ni atención, ni el reconocimiento que creía merecer. Y esa herida seguía abierta, carcomiéndolo por dentro.
![[Imagen: Psicolog%C3%ADa-del-rencor_-%C2%BFqu%C3%...rosas_.jpg]](https://mundodereflexiones.com/wp-content/uploads/2020/08/Psicolog%C3%ADa-del-rencor_-%C2%BFqu%C3%A9-hay-detr%C3%A1s-de-las-personas-rencorosas_.jpg)
La idea de secuestrar a su familia no era un acto de crueldad gratuita; para Troy, era una forma de finalmente hacer que los demás entendieran. Encerrarlos, hacer que vivieran lo que él había vivido, lo que él había sentido en cada rincón de su ser durante años. Pero había algo más que lo movía: la esperanza de que, al enfrentarse a esa misma angustia, sus padres, sus hermanos, comprendieran la magnitud del dolor que le habían causado. Tal vez, solo tal vez, los haría ver su sufrimiento. Y, tal vez, si entendían lo que él había pasado, podría finalmente encontrar algo que se pareciera a la paz.
A medida que el grupo crecía, Troy se sentía más fuerte, más acompañado. Ya no estaba solo en su lucha. Rai, Jazmín, Akoy y los demás compartían la misma visión, la misma necesidad de salir de las sombras. Con cada miembro que se unía, sentía que el peso de la soledad desaparecía un poco más. Era como si finalmente estuviera construyendo algo real, algo que valía la pena.
Pero, a pesar de toda esa fuerza, algo seguía dentro de él, en su interior, como una pequeña chispa de duda. Sabía que lo que estaba haciendo podría darle el control, pero ¿realmente encontraría lo que buscaba? A veces, cuando se quedaba solo en la quietud de la noche, sentía que esa herida de la infancia seguía allí, más viva que nunca. ¿Qué pasaría si al final de todo esto, después de hacer que su familia entendiera su dolor, se quedaba igual? ¿Qué si no alcanzaba la paz que tanto deseaba? Sabía que no podía dar marcha atrás, que estaba demasiado comprometido con el camino que había elegido. Pero aún, en lo más profundo, sentía que la respuesta a esas preguntas seguía siendo incierta.
Nombre: Troy Keerau'z
Edad: 21
Genero: Masculino
Nacional: Argentina
Cualidades: Cuerpo vigoroso, postura segura, tatuajes en el brazo derecho, cicatriz en el ojo izquierdo, voz grusa.
Estatura: 1.87
Tono de piel: Blanca
Pelo: Negro
Decisiones frías y calculadas: En medio del caos, Troy siempre mantiene la calma. Aunque todo se derrumbe a su alrededor, sabe cómo pensar con claridad. No se deja llevar por el pánico, y siempre toma el tiempo necesario para decidir lo que es mejor para su jefe y la organización. Cada paso lo da sabiendo exactamente lo que está haciendo, como si todo estuviera bajo control, aunque parezca lo contrario.
Fuerza física y mental: Troy no solo es fuerte mentalmente, sino que también se mantiene en forma. En una pelea, no es solo su habilidad lo que lo hace peligroso, sino que también sabe resistir lo que venga. Pero lo que realmente lo distingue es cómo maneja la presión. Puede enfrentarse a situaciones difíciles sin quebrarse, manteniéndose firme y enfocado, sin importar lo que pase a su alrededor.
INFANCIA:
Desde pequeño, siempre se sintió como si no existiera en su propia casa. Mientras sus hermanos recibían toda la atención, los regalos y las sonrisas de los demás, él era solo una sombra en el rincón, esperando que alguien lo viera. No había “bien hecho” o “te quiero” de sus padres. No había un regalo sorpresa ni un reconocimiento por algo, nunca. La casa estaba llena de momentos para los demás, pero para él todo pasaba desapercibido. Había veces que se quedaba mirando desde su habitación, preguntándose si alguien realmente notaba su presencia. La respuesta siempre era la misma: no.
![[Imagen: nino-sienta-solo-sensacion-triste-escuel...433-18.jpg]](https://image.freepik.com/foto-gratis/nino-sienta-solo-sensacion-triste-escuela-cerca-pared_99433-18.jpg)
Con el tiempo, esa sensación de invisibilidad lo fue consumiendo. Al principio no entendía por qué sentía esa rabia silenciosa, por qué la frustración lo llenaba por dentro. Pero a medida que crecía, todo se volvió más claro: él no importaba. Mientras los demás brillaban, él se quedaba apagado, al margen de todo, como si fuera solo un accesorio más en una historia que no era la suya. Sus hermanos tenían el cariño de todos, mientras él solo era un espectador, viendo cómo las cosas pasaban para ellos, pero nunca para él.
Y llegó el momento en que ya no pudo más. Ya no quería seguir esperando algo que nunca iba a llegar. Se hartó de ser el que se quedaba atrás, el que no recibía ni un vistazo, el que no estaba en el centro de nada. Una noche, sintió que algo dentro de él cambiaba. Ya no quería seguir siendo ese chico olvidado. Empacó lo que pudo, sin mirar atrás, decidido a buscar algo que lo hiciera sentir que realmente existía, algo que lo sacara de esa sombra en la que había vivido. La calle, el mundo desconocido, lo llamaba. Y aunque no sabía bien qué iba a encontrar allí, lo único que sentía es que necesitaba algo más que lo que tenía.
Comenzó a vivir al límite, robando, engañando, enfrentándose a un mundo que nunca le dio nada. Y aunque parecía un caos, era exactamente lo que necesitaba. Esa adrenalina, esa sensación de estar vivo, de estar tomando las riendas, lo hizo sentir por fin que estaba construyendo algo para él. Ya no era el niño olvidado. Ya no importaba que su familia no lo hubiera visto. Ahora él era dueño de su propio destino, y estaba dispuesto a no mirar atrás, aunque el camino fuera incierto.
![[Imagen: 7c07d6dd118980cdc1cc7f9a1965297f.jpg]](https://i.pinimg.com/originals/7c/07/d6/7c07d6dd118980cdc1cc7f9a1965297f.jpg)
ADOLESCENCIA:
Durante su adolescencia, Troy encontró algo de calma en la casa de su abuelo. Aunque el hombre no era de hablar mucho ni de prestarle mucha atención, al menos no lo ignoraba como lo hacía su familia. En su hogar, Troy siempre había sido una sombra, un espectro que pasaba desapercibido. Pero en la casa de su abuelo, el ambiente era diferente. Aunque nada era perfecto, al menos no se sentía invisible. Fue allí donde decidió terminar la secundaria, no por interés en los estudios, sino porque sabía que, aunque fuera por una mínima ventaja, un título podría servirle para lo que realmente anhelaba: la venganza. Pasaba sus días observando, aprendiendo de las personas a su alrededor, no para integrarse, sino para entender sus debilidades y sus movimientos. A él no le importaban las lecciones en el aula; su verdadera escuela era el mundo que lo rodeaba, un mundo que pronto entendería mejor que nadie.
Su rabia, que en su infancia había sido un fuego incontrolable, se fue transformando en algo más calculado. Sabía que para conseguir lo que quería, no solo tendría que ser fuerte, sino también inteligente, y para eso necesitaba rodearse de personas que pensaran como él, que vivieran en los márgenes de la sociedad, igual que él. Fue en ese tiempo cuando conoció a Cristian Zuler, alguien que también había sido dejado atrás por el mundo, alguien que, al igual que él, sentía que la vida no le debía nada. Cristian entendió, sin necesidad de explicaciones, lo que Troy había vivido. No solo eso, sino que compartía su misma hambre de poder, su necesidad de retribución.
Lo que Troy vio en Cristian no fue solo un amigo, sino a alguien con quien realmente podía conectar, alguien que pensaba de manera si*****r y sabía que el mundo no era un lugar lleno de oportunidades, sino uno que había que conquistar, paso a paso, con paciencia. Cristian le enseñó que el poder no se conseguía de manera impulsiva, sino con estrategia, y sobre todo, rodeándose de las personas adecuadas. “No es cuestión de venganza inmediata, Troy. Es cuestión de saber esperar el momento justo”, le dijo una vez. Aquellas palabras le dieron forma a lo que Javier ya intuía: para ganar, no solo se trataba de tener fuerza, sino de tener control, tanto sobre los demás como sobre uno mismo.
La amistad con Cristian, si se le podía llamar así, se convirtió en el catalizador de lo que Troy había estado planeando en su mente durante tanto tiempo. Cristian no solo fue un aliado, sino una pieza esencial en el rompecabezas que Javier estaba armando. Juntos, comenzaron a imaginar un futuro donde serían ellos quienes tendrían el control, no los demás. Un futuro en el que no dejarían que la indiferencia del mundo los aplastara. Cristian le mostró cómo construir una red de confianza, cómo crear alianzas y cómo mantener la calma, sin dejarse arrastrar por el caos que los rodeaba.
A medida que pasaba el tiempo, Troy empezó a reunir a su alrededor a aquellos que, como él, sentían que el mundo les debía algo. No eran amigos en el sentido tradicional, ni familia. Eran personas que compartían su misma visión, su mismo vacío. Con cada uno de ellos, Javier construía poco a poco una red, una estructura que empezaba a tomar forma. Con Cristian a su lado, se sentía más fuerte, más decidido. Ya no estaba solo, ya no tenía que cargar con el peso del olvido. Había encontrado a alguien que entendía lo que quería lograr, y juntos, empezaron a caminar hacia ese poder que Troy siempre había deseado.
![[Imagen: 34beefa91b866ad1828dcb9dd5608bfe--photojournalism.jpg]](https://i.pinimg.com/736x/34/be/ef/34beefa91b866ad1828dcb9dd5608bfe--photojournalism.jpg)
ADULTEZ / ACTUALIDAD:
A medida que Troy avanzaba en la adultez, empezó a comprender que el vacío que sentía desde niño no se resolvería con simples actos o cosas materiales. Había vivido con esa sensación de ser invisible, de ser el que siempre quedaba en segundo plano. Nadie se preocupaba por él, nadie lo miraba de la misma forma en que lo hacían con sus hermanos, con su familia. Todo aquello le había dejado una marca profunda, pero también lo había impulsado a buscar algo más. No se conformaba con ser el olvidado.
![[Imagen: Hombre-sentado-solo-1024x682.jpg]](https://www.psicologiaenlared.com/wp-content/uploads/2015/05/Hombre-sentado-solo-1024x682.jpg)
Fue entonces cuando conoció a Rai y Jazmín, dos almas rotas como él, que habían sido pasadas por alto, despreciadas de algún modo.Fue en esos encuentros cuando Troy se dio cuenta de que, quizás, había algo más grande esperándolos si se unían. No se trataba solo de ganar poder por ganar, sino de construir algo que les permitiera dejar atrás esa sensación de ser nada, de estar siempre en las sombras. Junto a Cristian, el amigo con quien ya compartía un entendimiento profundo, comenzaron a gestar un sueño que Troy había tenido siempre, pero que ahora parecía posible: ya no serían los invisibles, los olvidados. Serían quienes controlaran su destino.
![[Imagen: wp2633969.jpg]](https://wallpapercave.com/wp/wp2633969.jpg)
El primer paso fue sencillo pero simbólico: cambiarse los nombres. Troy, que ya no soportaba su apellido, tomó el nombre de Keerau'z. De alguna manera, al hacerlo, también dejaba atrás la carga de su pasado, la historia de un niño ignorado. Con Rai, Jazmín y Cristian, que también adoptaron el apellido, sentía que ya no estaban marcados por los fracasos o las indiferencias de sus familias. Ahora, con el apellido Keerau'z, se construían algo nuevo, algo que les pertenecía.
Pero el cambio de nombre fue solo el comienzo. Lo que Troy realmente quería, lo que lo movía por dentro, no era solo poder o respeto. No, su necesidad iba mucho más allá. Lo que realmente buscaba era venganza, pero no una venganza impulsiva y sin sentido. Él quería que su familia lo viera, que entendiera lo que había vivido, lo que había sentido. Durante años había sido el hijo invisible, el que nunca recibió amor, ni atención, ni el reconocimiento que creía merecer. Y esa herida seguía abierta, carcomiéndolo por dentro.
![[Imagen: Psicolog%C3%ADa-del-rencor_-%C2%BFqu%C3%...rosas_.jpg]](https://mundodereflexiones.com/wp-content/uploads/2020/08/Psicolog%C3%ADa-del-rencor_-%C2%BFqu%C3%A9-hay-detr%C3%A1s-de-las-personas-rencorosas_.jpg)
La idea de secuestrar a su familia no era un acto de crueldad gratuita; para Troy, era una forma de finalmente hacer que los demás entendieran. Encerrarlos, hacer que vivieran lo que él había vivido, lo que él había sentido en cada rincón de su ser durante años. Pero había algo más que lo movía: la esperanza de que, al enfrentarse a esa misma angustia, sus padres, sus hermanos, comprendieran la magnitud del dolor que le habían causado. Tal vez, solo tal vez, los haría ver su sufrimiento. Y, tal vez, si entendían lo que él había pasado, podría finalmente encontrar algo que se pareciera a la paz.
A medida que el grupo crecía, Troy se sentía más fuerte, más acompañado. Ya no estaba solo en su lucha. Rai, Jazmín, Akoy y los demás compartían la misma visión, la misma necesidad de salir de las sombras. Con cada miembro que se unía, sentía que el peso de la soledad desaparecía un poco más. Era como si finalmente estuviera construyendo algo real, algo que valía la pena.
Pero, a pesar de toda esa fuerza, algo seguía dentro de él, en su interior, como una pequeña chispa de duda. Sabía que lo que estaba haciendo podría darle el control, pero ¿realmente encontraría lo que buscaba? A veces, cuando se quedaba solo en la quietud de la noche, sentía que esa herida de la infancia seguía allí, más viva que nunca. ¿Qué pasaría si al final de todo esto, después de hacer que su familia entendiera su dolor, se quedaba igual? ¿Qué si no alcanzaba la paz que tanto deseaba? Sabía que no podía dar marcha atrás, que estaba demasiado comprometido con el camino que había elegido. Pero aún, en lo más profundo, sentía que la respuesta a esas preguntas seguía siendo incierta.