09-10-2024, 08:01 PM
Nombre:
Álvaro Fernández
Edad:
45
Género:
Masculino
Nacionalidad:
Mexicano
Apariencia:
- Altura:1.85 m
- Peso:92 kg
- Ojos: Grises
- Cabello:Corto y canoso, algo lacio
- Complexión: Fuerte, con cicatrices visibles en los brazos y el rostro
- Tatuajes: Un cuervo tatuado en el brazo derecho, símbolo de su lealtad a la organización Furama
Infancia (0-12 años):
Álvaro nació en Tepito, uno de los barrios más peligrosos de la Ciudad de México, conocido por su alta criminalidad. Su familia era extremadamente humilde; su padre trabajaba como mecánico y su madre vendía comida en la calle. Álvaro, siendo el mayor de tres hermanos, aprendió desde pequeño el valor de la supervivencia. A los 11 años, fue testigo de un asesinato en un mercado local, lo que lo marcó profundamente. Desde entonces, decidió que su vida no estaría definida por el miedo, sino por el control y la fuerza.
A esa temprana edad, comenzó a forjarse una mentalidad fría y calculadora, observando siempre en silencio y tomando nota de todo lo que sucedía a su alrededor. La calle fue su escuela, y los líderes criminales del barrio, sus maestros indirectos.
Adolescencia (13-18 años):
A los 14 años, Álvaro empezó a trabajar en talleres mecánicos y en el mercado negro de piezas de autos. Aprendió rápidamente a moverse en los bajos fondos de Tepito, ganando la confianza de los contrabandistas locales. Sin embargo, su vida dio un giro brusco a los 16 años cuando su padre fue brutalmente asesinado por una deuda impaga con un cartel local. Esto rompió su vínculo con la "moral" que le habían inculcado, llevándolo a buscar venganza y a entrar de lleno en el mundo del crimen.
Pronto fue reclutado por un grupo criminal menor, donde comenzó a realizar trabajos sucios, desde recolección de deudas hasta extorsiones. Álvaro demostró ser excepcionalmente eficiente en sus acciones, eliminando problemas sin levantar sospechas y siempre manteniéndose un paso adelante. Su reputación como un joven despiadado pero meticuloso lo hizo destacar rápidamente.
Juventud (19-25 años):
A los 20 años, su vida cambió radicalmente cuando fue contactado por miembros de *Furama*, una organización criminal transnacional que operaba en varios países de América Latina. Furama no era cualquier organización; su estructura era mucho más sofisticada, con tentáculos en el tráfico de drogas, armas, y el sicariato. Decidido a salir de los límites de Tepito y ampliar su horizonte, Álvaro se unió a ellos.
Al principio, Álvaro era solo un sicario más. Sin embargo, su habilidad para llevar a cabo ejecuciones sin dejar rastro, su calma bajo presión, y su capacidad de moverse entre diferentes grupos sin llamar la atención le ganaron respeto en las filas de Furama. Se convirtió en uno de los sicarios más confiables de la organización, encargado de eliminar tanto a rivales como a traidores, sin importar cuán poderosos fueran. Álvaro adoptó un enfoque calculador: nunca actuaba por impulso, siempre pensaba diez pasos adelante.
A los 25 años, ya había subido varios peldaños en la jerarquía de Furama. No solo ejecutaba trabajos de sicario, sino que también era un enlace clave entre las operaciones de Furama en México y Centroamérica, organizando las rutas de tráfico de drogas y armas. Mantener un perfil bajo era su prioridad; mientras más letal se volvía, más silencio guardaba sobre sus acciones. Las cicatrices en su cuerpo eran prueba de las batallas que había librado, pero su rostro siempre conservaba la serenidad.
Adultez (26-45 años):
Con el paso de los años, Álvaro continuó ascendiendo en las filas de Furama, convirtiéndose en uno de los sicarios más respetados y temidos de la organización. Su capacidad para llevar a cabo ejecuciones de alto perfil, desde líderes rivales hasta funcionarios corruptos, le permitió ganar una posición influyente en el círculo íntimo de los jefes de Furama.
A los 30 años, Álvaro fue enviado a operar en Sudamérica, donde supervisaba operaciones en Colombia y Brasil. Allí, su reputación como "el Cuervo", apodo que le otorgaron por su habilidad para acechar a sus objetivos, se consolidó. No dejaba huellas, no hacía preguntas, solo cumplía su misión. Los jefes de Furama lo respetaban no solo por su habilidad con las armas, sino también por su capacidad de mantener el control en situaciones caóticas.
A los 40 años, Álvaro ya no solo ejecutaba, también tomaba decisiones dentro de Furama. Era responsable de operaciones a gran escala, involucrando contrabando de armas y drogas, además de encargarse de la disciplina interna. Su código era claro: la traición se pagaba con la muerte. El tatuaje de un cuervo en su brazo derecho se convirtió en un símbolo de lealtad absoluta a Furama, pero también de advertencia para aquellos que consideraban desafiar la organización.
A pesar de su brutal carrera, Álvaro siempre mantuvo una relación distante pero protectora con su familia. Se aseguró de que su madre y sus hermanos vivieran cómodamente lejos del mundo del crimen, sin que nunca supieran realmente de dónde provenía su riqueza.
(el de la foto es alvaro, no creo que haga falta aclarar)
En la actualidad:
Ahora, a los 45 años, Álvaro es uno de los sicarios más veteranos y peligrosos de Furama, conocido por su precisión letal y su frialdad inquebrantable. Aunque se ha ganado enemigos poderosos, tanto dentro como fuera de Furama, su habilidad para maniobrar entre las sombras y su capacidad para eliminar a quien se cruce en su camino lo mantienen en la cima. Mientras sigue supervisando las operaciones criminales, sabe que en el mundo del crimen solo sobreviven los que se mantienen un paso adelante y que, al final, la lealtad es la única moneda real.
Álvaro Fernández
Edad:
45
Género:
Masculino
Nacionalidad:
Mexicano
Apariencia:
- Altura:1.85 m
- Peso:92 kg
- Ojos: Grises
- Cabello:Corto y canoso, algo lacio
- Complexión: Fuerte, con cicatrices visibles en los brazos y el rostro
- Tatuajes: Un cuervo tatuado en el brazo derecho, símbolo de su lealtad a la organización Furama
Infancia (0-12 años):
Álvaro nació en Tepito, uno de los barrios más peligrosos de la Ciudad de México, conocido por su alta criminalidad. Su familia era extremadamente humilde; su padre trabajaba como mecánico y su madre vendía comida en la calle. Álvaro, siendo el mayor de tres hermanos, aprendió desde pequeño el valor de la supervivencia. A los 11 años, fue testigo de un asesinato en un mercado local, lo que lo marcó profundamente. Desde entonces, decidió que su vida no estaría definida por el miedo, sino por el control y la fuerza.
A esa temprana edad, comenzó a forjarse una mentalidad fría y calculadora, observando siempre en silencio y tomando nota de todo lo que sucedía a su alrededor. La calle fue su escuela, y los líderes criminales del barrio, sus maestros indirectos.
Adolescencia (13-18 años):
A los 14 años, Álvaro empezó a trabajar en talleres mecánicos y en el mercado negro de piezas de autos. Aprendió rápidamente a moverse en los bajos fondos de Tepito, ganando la confianza de los contrabandistas locales. Sin embargo, su vida dio un giro brusco a los 16 años cuando su padre fue brutalmente asesinado por una deuda impaga con un cartel local. Esto rompió su vínculo con la "moral" que le habían inculcado, llevándolo a buscar venganza y a entrar de lleno en el mundo del crimen.
Pronto fue reclutado por un grupo criminal menor, donde comenzó a realizar trabajos sucios, desde recolección de deudas hasta extorsiones. Álvaro demostró ser excepcionalmente eficiente en sus acciones, eliminando problemas sin levantar sospechas y siempre manteniéndose un paso adelante. Su reputación como un joven despiadado pero meticuloso lo hizo destacar rápidamente.
Juventud (19-25 años):
A los 20 años, su vida cambió radicalmente cuando fue contactado por miembros de *Furama*, una organización criminal transnacional que operaba en varios países de América Latina. Furama no era cualquier organización; su estructura era mucho más sofisticada, con tentáculos en el tráfico de drogas, armas, y el sicariato. Decidido a salir de los límites de Tepito y ampliar su horizonte, Álvaro se unió a ellos.
Al principio, Álvaro era solo un sicario más. Sin embargo, su habilidad para llevar a cabo ejecuciones sin dejar rastro, su calma bajo presión, y su capacidad de moverse entre diferentes grupos sin llamar la atención le ganaron respeto en las filas de Furama. Se convirtió en uno de los sicarios más confiables de la organización, encargado de eliminar tanto a rivales como a traidores, sin importar cuán poderosos fueran. Álvaro adoptó un enfoque calculador: nunca actuaba por impulso, siempre pensaba diez pasos adelante.
A los 25 años, ya había subido varios peldaños en la jerarquía de Furama. No solo ejecutaba trabajos de sicario, sino que también era un enlace clave entre las operaciones de Furama en México y Centroamérica, organizando las rutas de tráfico de drogas y armas. Mantener un perfil bajo era su prioridad; mientras más letal se volvía, más silencio guardaba sobre sus acciones. Las cicatrices en su cuerpo eran prueba de las batallas que había librado, pero su rostro siempre conservaba la serenidad.
Adultez (26-45 años):
Con el paso de los años, Álvaro continuó ascendiendo en las filas de Furama, convirtiéndose en uno de los sicarios más respetados y temidos de la organización. Su capacidad para llevar a cabo ejecuciones de alto perfil, desde líderes rivales hasta funcionarios corruptos, le permitió ganar una posición influyente en el círculo íntimo de los jefes de Furama.
A los 30 años, Álvaro fue enviado a operar en Sudamérica, donde supervisaba operaciones en Colombia y Brasil. Allí, su reputación como "el Cuervo", apodo que le otorgaron por su habilidad para acechar a sus objetivos, se consolidó. No dejaba huellas, no hacía preguntas, solo cumplía su misión. Los jefes de Furama lo respetaban no solo por su habilidad con las armas, sino también por su capacidad de mantener el control en situaciones caóticas.
A los 40 años, Álvaro ya no solo ejecutaba, también tomaba decisiones dentro de Furama. Era responsable de operaciones a gran escala, involucrando contrabando de armas y drogas, además de encargarse de la disciplina interna. Su código era claro: la traición se pagaba con la muerte. El tatuaje de un cuervo en su brazo derecho se convirtió en un símbolo de lealtad absoluta a Furama, pero también de advertencia para aquellos que consideraban desafiar la organización.
A pesar de su brutal carrera, Álvaro siempre mantuvo una relación distante pero protectora con su familia. Se aseguró de que su madre y sus hermanos vivieran cómodamente lejos del mundo del crimen, sin que nunca supieran realmente de dónde provenía su riqueza.
(el de la foto es alvaro, no creo que haga falta aclarar)
En la actualidad:
Ahora, a los 45 años, Álvaro es uno de los sicarios más veteranos y peligrosos de Furama, conocido por su precisión letal y su frialdad inquebrantable. Aunque se ha ganado enemigos poderosos, tanto dentro como fuera de Furama, su habilidad para maniobrar entre las sombras y su capacidad para eliminar a quien se cruce en su camino lo mantienen en la cima. Mientras sigue supervisando las operaciones criminales, sabe que en el mundo del crimen solo sobreviven los que se mantienen un paso adelante y que, al final, la lealtad es la única moneda real.