NOMBRE: Sergio Manuel
EDAD: 18
NACIONALIDAD: ESPAÑOLA
La historia de Sergio Manuel
Infancia
Sergio Manuel creció en uno de los barrios más complicados de la ciudad, donde las opciones para salir adelante eran limitadas y las tentaciones estaban a la vuelta de cada esquina. Desde pequeño, aprendió a moverse con rapidez y a leer el peligro en las miradas. A los 6 años, ya era común que jugara en las calles mientras escuchaba a su madre advertirle sobre el mundo que lo rodeaba. "Sergio, no te acerques a los mayores, siempre trae problemas", le decía ella. Pero, en un barrio como el suyo, la frontera entre el bien y el mal no siempre era clara.
A pesar de todo, Sergio era un niño alegre y lleno de sueños. En la escuela, su asignatura favorita era el español. Se destacaba en la lectura y la escritura, algo que su maestra, la señora Belén, siempre notaba. Le gustaba escribir historias y pequeños cuentos, que le permitían escapar de la realidad de su entorno. Con solo 10 años, Sergio escribía relatos sobre mundos lejanos, sobre héroes que escapaban de sus propios barrios hacia tierras prometidas, donde no había violencia ni necesidad.
Sin embargo, su entorno siempre lo empujaba en otra dirección. Los problemas financieros en casa crecían, y su hermano mayor, Raúl, comenzó a tomar "atajos" para ganar dinero rápido. Sergio, aunque todavía era un niño, comenzó a notar cómo la vida ilegal era una salida tentadora, especialmente cuando veía que Raúl traía dinero fácil a casa.
Adolescencia
A los 15 años, Sergio ya no era un niño inocente. Aunque seguía siendo bueno en los estudios, la realidad del barrio había comenzado a moldearlo. Su hermano Raúl, que ahora estaba profundamente involucrado en el tráfico de drogas, se había convertido en una figura clave en su vida. Sergio, influenciado por el dinero fácil que veía alrededor, comenzó a involucrarse poco a poco. Al principio, eran tareas sencillas: llevar recados, pasar pequeños paquetes de un lugar a otro sin hacer preguntas.
Al mismo tiempo, Sergio se sentía dividido. En la escuela, su profesora de español continuaba alentándolo a seguir sus estudios, notando su talento innato para la escritura. A los 16 años, ganó un pequeño concurso de poesía a nivel escolar, lo que le dio una sensación de orgullo que no encontraba en las calles. Escribía poemas sobre la vida en el barrio, la violencia, los sueños rotos, y cómo la gente parecía atrapada en una espiral de la que nadie podía salir.
Sin embargo, la vida fuera de la escuela era completamente diferente. A los 17, Sergio comenzó a trabajar más activamente con su hermano Raúl. Comenzó a moverse en el negocio de las drogas, haciendo entregas más peligrosas y conociendo a gente cada vez más involucrada en el crimen organizado. Los momentos de calma, en los que podía escribir y soñar con un futuro diferente, eran cada vez más raros.
Adultez
A los 18 años, Sergio Manuel estaba profundamente metido en una vida que, años atrás, nunca hubiera imaginado para sí mismo. Aunque había intentado, en más de una ocasión, alejarse del camino en el que su hermano lo había puesto, la presión y la falta de oportunidades lo empujaron de nuevo hacia las calles. Ahora, él mismo manejaba algunos pequeños negocios ilegales, entregas de drogas y cobranzas. El dinero, aunque abundante, traía consigo un peligro constante.
A esa edad, Sergio ya había sido testigo de traiciones, enfrentamientos violentos y de amigos que terminaron mal. Sabía que la vida que llevaba no ofrecía jubilación ni paz. En las noches más solitarias, cuando el barrio se calmaba y el ruido de las sirenas y los autos disminuía, Sergio sacaba su cuaderno y volvía a escribir. Le gustaba recordar aquellos años de infancia cuando el español era una salida a sus problemas. Ahora, sus palabras reflejaban una vida rota, un alma atrapada en una realidad que él mismo había ayudado a construir.
La literatura era su única escapatoria. Aunque ya no participaba en concursos ni compartía sus textos con nadie, seguía escribiendo para sí mismo. En secreto, soñaba con algún día dejar todo atrás, mudarse a una pequeña ciudad, y vivir de manera sencilla, lejos de las calles y las decisiones que había tomado. Pero cada vez que lo pensaba, la realidad lo golpeaba: "El barrio no te deja salir tan fácil", le repetía Raúl.
FIN!!
EDAD: 18
NACIONALIDAD: ESPAÑOLA
La historia de Sergio Manuel
Infancia
Sergio Manuel creció en uno de los barrios más complicados de la ciudad, donde las opciones para salir adelante eran limitadas y las tentaciones estaban a la vuelta de cada esquina. Desde pequeño, aprendió a moverse con rapidez y a leer el peligro en las miradas. A los 6 años, ya era común que jugara en las calles mientras escuchaba a su madre advertirle sobre el mundo que lo rodeaba. "Sergio, no te acerques a los mayores, siempre trae problemas", le decía ella. Pero, en un barrio como el suyo, la frontera entre el bien y el mal no siempre era clara.
A pesar de todo, Sergio era un niño alegre y lleno de sueños. En la escuela, su asignatura favorita era el español. Se destacaba en la lectura y la escritura, algo que su maestra, la señora Belén, siempre notaba. Le gustaba escribir historias y pequeños cuentos, que le permitían escapar de la realidad de su entorno. Con solo 10 años, Sergio escribía relatos sobre mundos lejanos, sobre héroes que escapaban de sus propios barrios hacia tierras prometidas, donde no había violencia ni necesidad.
Sin embargo, su entorno siempre lo empujaba en otra dirección. Los problemas financieros en casa crecían, y su hermano mayor, Raúl, comenzó a tomar "atajos" para ganar dinero rápido. Sergio, aunque todavía era un niño, comenzó a notar cómo la vida ilegal era una salida tentadora, especialmente cuando veía que Raúl traía dinero fácil a casa.
Adolescencia
A los 15 años, Sergio ya no era un niño inocente. Aunque seguía siendo bueno en los estudios, la realidad del barrio había comenzado a moldearlo. Su hermano Raúl, que ahora estaba profundamente involucrado en el tráfico de drogas, se había convertido en una figura clave en su vida. Sergio, influenciado por el dinero fácil que veía alrededor, comenzó a involucrarse poco a poco. Al principio, eran tareas sencillas: llevar recados, pasar pequeños paquetes de un lugar a otro sin hacer preguntas.
Al mismo tiempo, Sergio se sentía dividido. En la escuela, su profesora de español continuaba alentándolo a seguir sus estudios, notando su talento innato para la escritura. A los 16 años, ganó un pequeño concurso de poesía a nivel escolar, lo que le dio una sensación de orgullo que no encontraba en las calles. Escribía poemas sobre la vida en el barrio, la violencia, los sueños rotos, y cómo la gente parecía atrapada en una espiral de la que nadie podía salir.
Sin embargo, la vida fuera de la escuela era completamente diferente. A los 17, Sergio comenzó a trabajar más activamente con su hermano Raúl. Comenzó a moverse en el negocio de las drogas, haciendo entregas más peligrosas y conociendo a gente cada vez más involucrada en el crimen organizado. Los momentos de calma, en los que podía escribir y soñar con un futuro diferente, eran cada vez más raros.
Adultez
A los 18 años, Sergio Manuel estaba profundamente metido en una vida que, años atrás, nunca hubiera imaginado para sí mismo. Aunque había intentado, en más de una ocasión, alejarse del camino en el que su hermano lo había puesto, la presión y la falta de oportunidades lo empujaron de nuevo hacia las calles. Ahora, él mismo manejaba algunos pequeños negocios ilegales, entregas de drogas y cobranzas. El dinero, aunque abundante, traía consigo un peligro constante.
A esa edad, Sergio ya había sido testigo de traiciones, enfrentamientos violentos y de amigos que terminaron mal. Sabía que la vida que llevaba no ofrecía jubilación ni paz. En las noches más solitarias, cuando el barrio se calmaba y el ruido de las sirenas y los autos disminuía, Sergio sacaba su cuaderno y volvía a escribir. Le gustaba recordar aquellos años de infancia cuando el español era una salida a sus problemas. Ahora, sus palabras reflejaban una vida rota, un alma atrapada en una realidad que él mismo había ayudado a construir.
La literatura era su única escapatoria. Aunque ya no participaba en concursos ni compartía sus textos con nadie, seguía escribiendo para sí mismo. En secreto, soñaba con algún día dejar todo atrás, mudarse a una pequeña ciudad, y vivir de manera sencilla, lejos de las calles y las decisiones que había tomado. Pero cada vez que lo pensaba, la realidad lo golpeaba: "El barrio no te deja salir tan fácil", le repetía Raúl.
FIN!!