15-01-2025, 04:45 PM
Nombre Completo: Santino Chia
Edad: 27 años
Nacionalidad: Argentina
Origen: Villa 1-11-14, Buenos Aires
Ocupación: Narcotraficante
Estado Civil: Soltero
Apariencia Física:
- Altura: 1.80 m
- Peso: 85 kg
- Cabello: Castaño oscuro, corto, ligeramente rizado
- Ojos: Marrones
- Piel: Morena clara
- Marcas Distintivas: Tatuajes visibles en los brazos y cuello, símbolos que representan su vida en las villas y su pertenencia a un grupo delictivo. En su brazo derecho tiene una cobra tatuada, símbolo de su supervivencia, su capacidad de adaptarse a cualquier situación y su naturaleza calculadora. En su cuello lleva una rosa, tatuada a modo de contraste, un símbolo de lo que fue la figura materna en su vida, pero también de la dualidad entre el amor y el sufrimiento que ha marcado su destino.
Historia:
Santino Chia nació en la Villa 1-11-14, uno de los barrios más marginales y peligrosos de Buenos Aires. Su madre, Marta, era boliviana, y su padre, Juan, argentino. Ambos luchaban por sobrevivir en un entorno donde las oportunidades eran casi inexistentes, y donde la pobreza, el crimen y la violencia estructural eran parte de la vida cotidiana. En su hogar, las discusiones entre sus padres eran constantes. La violencia del padre hacia su madre marcó profundamente la infancia de Santino, quien fue testigo de incontables episodios de humillación y abuso. Desde temprana edad, él entendió que la vida no era justa y que solo los más fuertes podían sobrevivir en el mundo en el que le tocó nacer.
En el seno de una familia rota, Santino se vio forzado a crecer demasiado rápido. La violencia que se vivía en su casa no solo era física, sino también emocional. Su madre trataba de mantener unida a la familia, pero la constante lucha de su esposo contra la vida lo arrastró a la desesperación. Cuando Santino tenía solo seis años, su padre fue detenido por un enfrentamiento con las autoridades, dejando a su madre sola con tres hijos que alimentar.
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A pesar de los esfuerzos de Marta por sacar a su familia adelante, la vida en la villa era dura y poco prometedora. Santino pronto comprendió que no podía contar con nadie más que con él mismo para salir adelante. La escuela, un lugar que para otros niños representaba una oportunidad, fue para él solo una extensión de su sufrimiento. Su ropa rota y su mirada furtiva lo convertían en blanco fácil de burlas y acosos por parte de los otros chicos. Mientras otros jugaban, Santino pasaba el tiempo observando, desconfiado y retraído.
A los 13 años, decidió abandonar la escuela. No veía sentido en seguir allí, especialmente cuando lo único que aprendía era cómo ser víctima de las injusticias del sistema. En su lugar, comenzó a relacionarse con los jóvenes más grandes de la villa, aquellos que ya se habían adentrado en la delincuencia. Fue ahí donde encontró su primer refugio: el mundo de las calles. A los 15 años, Santino comenzó a ganarse la vida de manera ilegal. Primero robaba, luego vendía pequeñas cantidades de droga. Con cada transacción, comenzó a ganar respeto en el barrio. La vida, aunque peligrosa, le ofrecía una forma de sentirse útil y, por primera vez, un control sobre su destino.
No pasó mucho tiempo hasta que fue notado por un grupo de delincuentes mayores. A los 18 años, Santino ya era parte de una de las bandas locales que dominaban el tráfico de drogas en la zona. Su ascenso dentro de la organización fue meteórico. Se encargaba de transportar cocaína, extorsionar a los pequeños comercios y, sobre todo, hacer lo que fuera necesario para asegurar el control sobre el territorio. Santino comenzó a ganarse una reputación por su frialdad y por su capacidad de manejar situaciones violentas sin titubear. Cada vez más, se veía como un hombre dispuesto a todo por mantenerse en la cima.
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Pero la vida de Santino dio un giro inesperado cuando su madre, Marta, cayó gravemente enferma. El diagnóstico fue devastador: cáncer avanzado. A pesar de sus esfuerzos, el dinero nunca fue suficiente para cubrir los tratamientos que su madre necesitaba. A pesar de las numerosas riquezas que había acumulado gracias al tráfico de drogas, no podía salvarla. La impotencia que sintió fue una de las emociones más desgarradoras de su vida. Viendo cómo su madre se apagaba poco a poco, Santino comenzó a cuestionarse sobre el propósito de su existencia. Cuando Marta falleció, la pérdida lo desbordó. Sintió que todo lo que había hecho hasta ese momento había sido en vano. La rabia y el dolor lo consumieron. Fue entonces cuando tomó la decisión de dejar la villa y empezar de nuevo. Aunque sentía que su vida ya estaba marcada, pensó que tal vez podría empezar a construir algo diferente.
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A los 22 años, Santino se trasladó a una ciudad más grande, donde se unió a un cártel de mayor poder que operaba en diversas provincias. Su ambición no tenía límites. Ya no se conformaba con ser un simple soldado en la organización; quería ser líder. Su participación en el tráfico internacional de drogas, armas y lavado de dinero le permitió expandir su red más allá de las fronteras argentinas. A medida que su poder crecía, las traiciones y las disputas entre los diferentes cárteles se volvieron moneda corriente. La vida que había elegido era cada vez más peligrosa, pero Santino había aprendido a navegar en ese mar de violencia con una frialdad y astucia que pocos podían igualar.
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Hoy, a los 27 años, Santino ha logrado consolidarse como uno de los narcotraficantes más poderosos de la región. Su red de distribución de cocaína se extiende por varias provincias argentinas, y su influencia llega hasta otros países de Sudamérica. Ha amasado una fortuna considerable y disfruta de los lujos que siempre soñó, pero su vida está marcada por la soledad y la desconfianza. El dinero y el poder no le han traído la paz que esperaba, y las amenazas de muerte, tanto internas como externas, nunca desaparecen. Santino sabe que cada día es una batalla para mantener su imperio a flote y que, en cualquier momento, puede perderlo todo.
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A pesar de todo lo que ha conseguido, Santino se siente vacío. La vida que lleva lo consume lentamente, y aunque ha alcanzado todo lo que alguna vez soñó, no puede evitar sentir que ha perdido su humanidad en el proceso. La violencia y la traición son parte de su día a día, y aunque ha aprendido a manejarlas, algo dentro de él anhela un cambio. La redención parece estar fuera de su alcance, pero Santino no puede evitar buscarla, aunque sea en lo más profundo de su ser.
Objetivos Actuales:
- Expandir su red de distribución hacia el norte de Argentina y otros países de Sudamérica, con el objetivo de diversificar sus rutas y mercados, además de afianzar su poder en la región.
- Mantener su posición dentro de la jerarquía del narcotráfico. Santino sabe que, en este negocio, la traición está a la vuelta de la esquina, por lo que debe estar constantemente vigilante y preparado para eliminar cualquier amenaza.
- Buscar una salida del negocio, aunque sabe que dejar atrás todo lo que ha construido no será fácil. Cada intento de escapar de la vida que lleva parece más imposible, pero sigue buscando una forma de encontrar algo más que dinero y poder.
- Reconstruir su vida personal, aunque las cicatrices del pasado le dificultan confiar en las personas. El abandono de su madre y su historia de traiciones lo han dejado marcado, y la soledad lo acompaña a cada paso.
Frase Característica:
"El poder no se hereda, se toma, y el que lo toma, nunca lo suelta."